Mona Di Orio es la primera gran perfumista del S. XXI.
Su calidad y excelencia es tal que deja atrás a la mayoría de sus predecesores que, como mucho, habían podido hacer unas pocas fragancias tan excepcionales, como su maestro Roudnitska o grandes perfumistas como Maurice Roucel o Aime Guerlain.
Lo que sorprende de Di Orio es que toda su obra mantiene una extraordinaria calidad y una coherencia que lleva a que si a uno no le gusta cierta nota, como el almizcle por ejemplo, reconozca en su Musc una nueva visión en la que poder apreciar una belleza infinita y un nuevo aspecto desconocido de algo que ya conocía pero que no había conseguido ver su atractivo.
Esto es arte. Arte es ofrecer al espectador la posibilidad de ver algo que antes ignoraba.
El contacto con el arte hace que el que es sensible a él viva un punto de inflexión en su vida, tras el cual se produce un cambio evidente en ella, con el resultado de ampliación de su capacidad de percepción, de comprensión del mundo, representándoselo como un lugar más amable, una experiencia en la que además las capacidades intelectuales se desarrollan al responder a un estimulo que gratifica.
La naturaleza, y con ella nuestra propia naturaleza, descarta lo inútil.
En sus perfumes, el nivel creativo es comparable a cualquier disciplina artística de los mas grandes genios de la historia. Es el Vivaldi, el Proust, el Monet, el Mies Van der Rohe de la perfumería. Sus perfumes son a la vez obras complejas y delicadas, sofisticadas pero en el fondo sencillas- como resulta la actividad de los virtuosos que viéndoles tocar un instrumento musical parece que sea cosa fácil- en donde las notas se muestran claras, limpias y animales con rotundidad. Son desafiantes y atrevidas en una pugna de destellos cuyos rayos se disparan en todas direcciones. Equilibradas hasta en la última fracción, surfean todos los límites en una coreografía perfecta. Es belleza, es arte en estado líquido.
En el arte, como en el amor, uno es incitado a desear repetir la experiencia. Y eso es lo que sucede cuando se conocen los perfumes de Mona Di Orio. No se pueden dejar de sentir. Como un cuadro o una novela, como cualquier obra maestra a la que acudimos con frecuencia, pues es un bálsamo que reconforta la parte mas sensible de nuestra inteligencia. Algunos artistas tienen a veces la inspiración suficiente para crear obras en las que se conjugan arte y amor. Entonces surge la genialidad en su máxima expresión y la obra se convierte en algo sublime y bello con la que se convive mientras perdure la mémoria.