Creada en el 2009 por François Demachy para Dior recuerda algo a Eau Sauvage, en concreto a esa fuerza que transmite y a una impresión sobria y cuidada, como un té mezclado y servido con esmero. Los elementos que participan en esta eau de toilette son los mismos que podría encontrar en una taza de té. Té y perfume comparten mucho más de lo que podría parecer a simple vista. Ambos giran en torno al aroma, ambos son hijos de la mano que los prepara y en su comercialización ambos comparten la publicitación a través de la muestra.
Las notas cítricas, y posiblemente la presencia de aglaia odorata, arbusto muy extendido en toda la costa este asiática, de aroma refrescante, le dan transparencia y un efecto luminoso y brillante, que junto a las notas de té negro, secas y asperas, algo amargas, apoyadas por el cardamomo, con el que se aromatiza este té en la India, serán suavizadas por pequeños apuntes de jazmín.
La presencia apenas perceptible de jazmín, sin dominar la composición, suavemente crea un fondo que tiende a lo afrutado, entre lo dulce y lactónico propio de éste hasta acentos de manzana verde tipo Granny Smith, hace que me venga la idea de un pintor que con una pincelada recrea muchos colores de la paleta.
Entre acentos secos y fuertemente jabonosos el resultado es un perfume de un exotismo hasta cierto punto familiar y limpio, manteniéndose lineal, pues no hay una evolucion por fases, con pocos cambios desde el inicio ya que es una colonia, no un perfume. Esta termina apagándose lentamente entre notas especiadas y de madera de sándalo sobre los que van difuminándose las notas cítricas.