Una de las cosas que espero de un perfume es que sea sensual, invite a soñar y despierte el pensamiento poético. Que sea sencillo, en apariencia, porque lo complejo haya sido manejado habilmente. También los prefiero cuando son «a la manera clásica». Y ese es el estilo de Mona di Orio que amaba los perfumes antiguos, especialmente los de Guerlain. Nuit Noire cumple con creces lo que pido.
Este perfume con el que di Orio homenajeó a Serge Lutens, otro genio de la perfumería que trabajó junto al perfumista Christopher Sheldrake, es en la salida cítrico y verde, delicado y fresco, flor de azahar, con su graciosa y sensual alegría, que ya anuncia el efecto mantecoso del nardo, y cardamomo- picante, cítrico, entre mentolado y anisado- cuya adición sugiere recuerdos de civeta, con lo que se obtiene un aire animal, al ya de por si indolico y carnoso olor de las flores blancas de la familia de las rutáceas, de las que se extrae la angostura, ingrediente de algunos cockteles de champagne. El jengibre acentua más este punto carnal, llegando en algún momento a ser demasiado animal, especialmente bajo el efecto del calor.
Al suavizarse la salida lo cítrico y verde, fresco y delicado, está más definido y lo indolico se hace más evidente con un matiz aterciopelado. En este caso el efecto polvo tantas veces utilizado por di Orio, típico de sus perfumes, no está presente. Lo verde se esconde y lo carnal, que no ha mostrado toda su fuerza aun, se mantiene en un plano profundo equilibrando lo cítrico. Sigue siendo fresco pero empiezan a aparecer notas que dan una intensidad más densa.
En la fase media hace su presencia el nardo, flor nocturna, desarrollándose con realismo, cuando al anochecer empieza a dejar ir su aroma que ha estado preparando todo el día. Lactónico y cremoso. Dulce, carnal, embriagador y narcotizante. En Nuit Noire muestra también el rasgo más oscuro con una pesadez sorda y opulenta. Una interpretación naturalista y real de la flor en las que los acordes se producen al entrar en contacto con las especias con las que interactuarán creando un bucle, ¿ de sensualidad?
El incienso, no dominante, le da una profundidad no grave, suntuosidad y elegancia. El perfume evoluciona hacia una fase en la que los indoles se hacen notar más, llegando, a mi entender, al límite de lo posible al nardo, nítido y muy limpio ahora, fundiendose sobre la piel. Se mantendrá el indol siempre en el fondo de la fragancia, efecto que corrobora una vez mas el gran dominio de la composición y de los materiales que tenía Mona di Orio.
La combinación de las notas de fondo, sándalo, que acentuará más aun ciertos aspectos del nardo, clavo, olor que percibo tras doce horas de la aplicación, cedro, ámbar, cuero, almizcle y haba tonka son una prueba más de la maestría en el oficio de di Orio. Están tan compactadas que cuesta encontrar los componentes por separado. Esto es producto de haber trabajado durante años con E. Roudnitska. El contacto con el maestro en el taller da al aprendizaje una dimensión espectacular porque se produce la transmisión del conocimiento de manera integral producto de compartir momentos de complicidad y comunión entre maestro-alumno cuando se trabaja codo con codo. Nuit Noire es como el resultado de haber trabajado sobre un standar de jazz, en este caso el nardo, del cual cada uno puede hacer su improvisación y mostrar su escuela y capacidad creativa, permitiéndole destacar lo que este dispuesto a apreciar y a sacar de él, dando lo mejor de uno mismo.
Me gustaría ser más objetiva, tratar de ser más objetiva, pero me he enamorado de este perfume y ya se sabe, el amor, además de ciego, es libre.